En octubre el Valderrama Masters Golf: la historia se escribe en el 17 de Valderrama

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El hoyo 17 del Real Club Valderrama, cuyo green está rodeado de un anfiteatro natural capaz de albergar a 7000 espectadores, volverá a ser foco de atención y ubicación privilegiada durante la cuarta edición del Andalucía Valderrama Masters-Fundación Sergio García que se celebrará entre el 18 y el 21 de octubre, patrocinado por la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía.

No hay muchos campos en el mundo capaces de conjugar belleza con funcionalidad, deslumbrando y ofreciendo un desafío golfístico de primer nivel, inundando los sentidos y retando a los jugadores. El Real Club Valderrama, destacado como uno de los mejores de Europa continental, es uno de ellos. La calidad de su trazado y la belleza del recién remozado recorrido sanroqueño complican la tarea de escoger alguno de sus hoyos, pero la historia se ha empeñado en resaltar merecidamente al que se ha convertido en escenario imprescindible: el 17.

El que inicialmente era hoyo 8 del campo de Las Aves, un par 5 sin excesiva trascendencia, se convirtió gracias a Robert Trent Jones y al rediseño posterior de Seve Ballesteros en uno de los iconos del campo, un hoyo rebosante de personalidad que añade sabor al tramo final del recorrido. Encuadrado en un bello anfiteatro natural rodeado de un murete de gaviones y buganvillas, y con un green peliagudo con una notable caída de fondo a frente y bien protegido por un lago frontal, el hoyo 17 tienta a los golfistas, pero no se prodiga a la hora de recompensar a los valientes.

Jiménez y McDowell vuelan alto en Valderrama. El primer golfista que se atrevió a “profanar” la santidad de este hoyo fue Miguel Ángel Jiménez en la segunda vuelta del Volvo Masters de 1994. “Tenía 185 metros al borde de green y 194 a la bandera. Decidí jugar un hierro tres que salió con buena dirección. La bola botó en la entrada del green, rodó y rodó nueve metros ¡y entró! Yo no la vi entrar porque estaba demasiado lejos, pero lo supe enseguida por el griterío y los aplausos de la gente”.

Catorce años después del albatros del “Pisha”, inmortalizado con una placa en el tee, Graeme McDowell se enfrentaba a un tiro similar, aunque el norirlandés tenía un hierro 7 en la mano para su segundo golpe y la bandera se encontraba en la parte derecha del green.

Un hoyo con sabor Ryder. El rediseño del hoyo por parte de Seve Ballesteros, de cara al Volvo Masters de 1993, tuvo especial trascendencia durante la Ryder Cup de 1997. El capitán español era consciente de la importancia que podía tener el 17 y se empeñó en que los pesos pesados del equipo lo jugaran una y otra vez para dominarlo.

En aquella edición de la Ryder Cup resultaron transcendentales los partidos a mejor bola del sábado por la mañana. Europa se impuso en tres y empató el cuarto, medio punto que supo a gloria para José Mari Olazábal y Nacho Garrido, que jugaban contra Phil Mickelson y Tom Lehman. “Veníamos superapurados y vivimos el momento clave en el famoso hoyo 17 de Valderrama. Fue impresionante. Nacho se pasó el green con el segundo golpe y fue al búnker del fondo, y Phil dio un golpe extraordinario a dos metros de bandera. Nunca he visto una sacada de búnker como la de Nacho, le das 100 bolas al mejor especialista y jamás dará un golpe como el que dio él; dejó la bola un poco más lejos que la de Phil, que no metió el putt, y empatamos el hoyo y luego el partido. Aquel momento fue increíble”, explica Olazábal.

Luego, tocó sufrir en la jornada de individuales, pero quiso el destino que el torneo se decidiera, cómo no, en el hoyo 17, donde Brad Faxon falló un putt de algo más de tres metros para seguir vivo contra Bernhard Langer, con lo que Europa lograba matemáticamente el empate y retenía el título.

Sinsabores para el número uno del mundo. El hoyo 17, además de miel, también ha repartido generosas raciones de hiel. En el WGC-American Express Championship de 1999, Tiger Woods, número uno del mundo, libró un duelo apasionante con Miguel Ángel Jiménez. Con dos golpes de ventaja en la salida del 17, Woods sabía cómo se las gastaba este hoyo (en la Ryder llegó a enviar una bola al agua con el putter), con lo que decidió conservar y dejarse una distancia cómoda para el tercer golpe, que ejecutó con aparente solvencia. Sin embargo, cuando echó a andar le sorprendieron los murmullos del público. La bola no se había detenido y rodó mansamente hasta el agua. Woods quiso asegurar el quinto golpe, pero se excedió y la bola se enganchó en el collarín superior, lo que le dejaba un putt tremendamente complicado. Acabó con triple bogey y el liderato en el aire, aunque un bogey de Jiménez en el 18 los abocaría a un desempate en el que terminó imponiéndose.

El 17 sonríe a Sergio García. La seña de identidad del Real Club Valderrama, uno de sus campos preferidos, se convirtió el año pasado en uno de los mejores aliados de Sergio. Los tres birdies logrados en las jornadas del viernes, sábado y domingo ante un público enfervorizado fueron fundamentales para apuntalar su triunfo. Sin duda, el mejor recuerdo posible cuando defienda el título desde el 18 al 21 de octubre.