La Galería Yusto/Giner trae la exposición de Angeles Agrela sobre “Las bellas durmientes”

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La Galería Yusto/Giner presenta la segunda muestra individual de la artista Ángeles Agrela (Úbeda, 1966) en su sede en Marbella.

Las bellas durmientes es la continuación natural a su anterior muestra celebrada en esta misma galería (El favor de las bellas, 2016). En aquella pudimos ver su serie de figuras femeninas en actitudes aparentemente pasivas (retratos/bodegones, llama ella a estas obras) acompañadas de elementos clásicos de la pintura que añadían a sus modelos toda la carga simbólica de siglos de Historia del arte.

Con Las bellas durmientes parece haberse liberado de todos esos elementos simbólicos que usaba, como las extensiones de pelo, las esculturas clásicas o los jarrones de flores y las referencias al bodegón, para dar un paso más en su trabajo hacia una presencia de lo femenino que se manifiesta con lo mínimo: la modelo. Y no es casual que se centre en este papel, el de modelo, que fue el único permitido a la mujer en los estudios de pintura durante siglos. Con su trabajo de los últimos años Agrela trata de recuperar ciertos aspectos de la representación de lo femenino y del propio papel de las mujeres a lo largo de la Historia del Arte para, de una manera sutil e irónica, hacer un trabajo subversivo desde dentro usando técnicas y géneros clásicos, y si se pierde este hilo se puede malinterpretar su trabajo. Ángeles Agrela siempre ha sabido adaptar su técnica o estilo a las necesidades narrativas de la serie en la que trabaja. A lo largo de su carrera ha usado pintura, fotografía, escultura, bordado o instalación sin más motivo que la idoneidad de cada medio. La técnica pictórica más clásica y dibujística que usa en estos retratos, por tanto, no es casual. En este paso que ha dado hacia una simplificación (o concentración) simbólica era necesario personalizar con plena fidelidad a las modelos, a las que se refiere por sus nombres reales en los títulos (Laura en el sofá, o Andrea y Daniela como bodegón). Las chicas, muy jóvenes o adolescentes, aparecen retratadas fielmente en una situación de cierta tensión entre la objetualización normalizada de lo femenino y la evidencia del tremendo potencial de esta nueva generación, que no es ya la de la artista. Según sus palabras: “Esa es la parte que me resulta más difícil de conseguir en esta serie; que se aprecie esto en pequeños detalles, en las miradas, la selección de la ropa, el pelo, en los encuadres o lo forzado de algunas poses”.

Busca dotar a sus imágenes de la magia que proporciona la propia pintura, con una carga histórica tan potente y normalizada y aprovecha la tensión, inherente a este medio, entre la idealización de la obra de arte y la existencia real de esas modelos, afinando el espacio entre la ironía y la apropiación de un género (la representación de la mujer objetualizada) para aportar una mirada distintivamente femenina y contemporánea.

En un tiempo de omnipresencia de la imagen de la mujer en la publicidad o en las redes sociales, de consumo rápido, la obra de Ángeles Agrela pide tiempo para empatizar con estas bellas durmientes. El propio título de la exposición hace referencia también al conocido cuento, tan familiar en nuestra infancia y hoy señalado como inapropiado por un beso no consentido y por presentar a la bella como un sujeto pasivo que espera a que su príncipe la rescate. Nuevamente Ángeles utiliza esa ironía que la caracteriza para dejar patente que la subversión en estos tiempos es posible desde planteamientos absolutamente clásicos.